__________________________________________________________________________________Dame lo superfluo, que lo necesario todo el mundo puede tenerlo - O.W.

martes, 27 de octubre de 2015

Otra.

Según investigaciones no tan recientes y una investigación poco profunda llegamos a la conclusión que otra vez estas mitad equivocada. Mitad, porque por otros motivos de publico conocimiento, tenias leves certezas que no iba a pasar lo que querías. Pero las situaciones confundian. Ahora ya no.
Maduraste desde la ultima vez. Ya no duele, ni es tan dificil el desapego. No cuesta cambiar la perspectiva propia, pero no sabes que pasa del otro lado. Sólo conservar un poco de lo que queda estaría bien.

Treat me like a human being, I'd like to know how this feels.

Three words could change my life
yet you treat me like you never care
Although three words could change my life
You still treat me like you never care...

lunes, 12 de octubre de 2015

Deja vu.

Volví de rendir. Bien. Dos días seguidos. Mi premio por esos logros y vísperas de cumpleaños era volver rápido y descansar ya sea con una siesta o unos buenos pares de capítulos de series.
Nada de eso pasó.
Apenas llegué, pude ponerme cómoda y recibí un llamado desesperado, una voz quebrada del otro lado pidiendo ayuda. No sabía que hacer.
Me quedé unos segundos con el teléfono en la mano, sentada en la cama mirando a la pared intentando reaccionar. Qué podía hacer yo?
Cuando se me organizaron un poco las ideas, volví a vestirme, preparé unas cosas básicas: cargador, billetera, abrigo, y salí corriendo sin entender lo que pasaba.
Mientras viajaba me sentía paralizada aunque todavía no conocía bien en detalle la situación, solo se hablaba de una internación, así que solo pensaba que era otra de las tantas veces que esto había pasado en otras oportunidades por cosas menores.
No conocía la zona y tampoco me gustó ya que tuve que atravesar una parrilla, un puesto de diarios donde la mayoría de los comentarios me parecían bastante ofensivos y no tenía ánimos para escuchar siquiera un silbido de pájaro, pero rápidamente llegué a ese lugar nuevo con instrucciones precisas que me habían dado en ese llamado.
La puerta se demoró en abrir unos minutos, hasta que el hombre en avanzada edad me abrió muy afligido, con lágrimas a punto de salir y sin poder decir unas palabras me hizo señas para que entre y lo vea.
En esa habitación había un silencio que nunca había vivido.  Un silencio blanco diría yo. Me limité a la observación física y no notaba nada extraño, pero el ambiente que se vivía era frío, perdido en el tiempo. Paredes desnudas con un blanco sucio, ropa tirada con intención de orden por la mesa y el piso con el sonido de fondo de un triste y desganado ventilador.
Entró el otro hombre y me dijo con muchísima pena, que apenas lo llamaron, lo trajeron y quedó así en la cama. Yo no entendía nada, hasta que me explicó todo sobre lo que había pasado hace unas horas.
No lo podía creer. Pensaba que estaba en una de situaciones que pasan en la tele. Hasta que después reflexioné que esta no fue la primer situación que vivo de este tipo...
Después de unas larguísimas horas de estar en silencio en el comedor, contiguo a esta habitación llegó otro hombre y su mujer. No los veía hace aproximadamente diez años y para ellos seguía siendo una nena y solo pensaban en protegerme. De todas formas era imposible ocultar la angustia que sentían, y la necesidad de hacer algo por lo que estaba pasando. Entre todos empezaron a debatir cual sería la mejor situación y yo, que debía prácticamente tener la decisión final, no sabía para donde ir. Solo quería salir corriendo, gritando y que todo se solucione. Quería volver a ser mas chica y no tener que lidiar con ese tipo de responsabilidades. Pero mi deber era estar ahí, acompañando y siguiendo todo de cerca.
Apenas se despertó fui a saludarlo casi por obligación, y le pregunté como se sentía. Con mucho esfuerzo se sentó tembloroso al borde de la cama, con los ojos mas grandes que haya visto y casi sin poder unir palabras dijo que quería irse a su casa. Tuvimos que explicarle que eso ya no iba a pasar, ni en ese momento ni días, semanas, ni meses después. No podía comer, por lo tanto lo único que podía consumir era un poco de agua. No me voy a olvidar mas el intentar dárselo en la mano y que vuelque todo. Tenía que darle de tomar en la boca. Ni eso podía retener en el estómago. Ni siquiera agua.
Cuando pudo recomponerse un poco lo llevamos al dispensario que estaba a unas cuadras para que le hagan un chequeo. Él parecía un chico que creía que lo peor había pasado, que todo estaba bien, incluso hacía -como podía- algunas bromas. Claro que ninguno se la asentía, el clima era uno de los peores. Cuando llegamos nos dirigimos a la recepción y explicamos parte de la situación, a lo que solo dijeron que la atención que necesitaba era psiquiátrica y en ese momento no había nadie. Que probáramos con llevarlo a la guardia del Borda, y que quizás lo internaban. Que buen pronóstico! - pensé. Volvimos a llevarlo a la casa del señor mayor, y lo único que nos salía era mirarnos unos a otros, pero yo claramente sentía una presión mayor. De hecho yo misma me preguntaba que iba a hacer, como voy a manejar esta situación, como me voy a hacer cargo de todo esto?
Fuimos al lugar de los hechos, a hablar con el dueño del lugar. Nunca había ingresado detrás de esa pared. De afuera el lenguaje no hablaba de las dimensiones de esas oficinas, pasillos, escaleras que parecían laberintos. O quizás no eran tan grandes, posiblemente sólo me sentía disminuída en ese lugar. De todas formas nunca volví. Debería volver.
El dueño nos recibió en su oficina, blanca, impecable, nunca vi un porcelanato tan brillante donde veía reflejada mi mayor cara de desilusión y angustia. Me senté, le conté al señor que parentezco tenía. Este hombre empezó a contar lo que sabia de mi, lo que creía que yo significaba y el supuesto poder que yo tenía en todo eso. Pero después vino el relato de lo que había pasado esa mañana y fue desgarrador. No podía contener mis lágrimas entre verguenza, bronca, e incomprensión. Tuve que retirarme de la oficina de ese señor tan amable que me dijo que estaría a mi disposición.
Nos acompañó a mostrarnos lo que había pasado. Había mucha gente limpiando, basura por todos lados, escobas, el zaguán repleto, y esa primera habitación a la derecha hablaba por si sola. No necesité mas de cinco minutos para entender lo que había pasado. Los pocos muebles que quedaban, junto con la ropa y demas chucherias habian sido llevados al depósito del fondo, que estaba siendo construido, pero ahi quedo todo. De hecho debería ir a buscar todo lo que queda. Otra vez me quería escapar.
De esa forma, volvimos. Triste silencio, sabiendo que lo que quedaban de aquellos recuerdos familiares en esa casa, iban a quedar ahí, apropiados, ya no nos pertenecían. Ya no más.
Cuando volvimos a entrar el señor mas grande, que le costaba mucho caminar, por problemas de hace años y la edad, pensamos que la situación no daba para más asi que optamos por el consejo que nos habian dado en el dispensario: ir al borda.
Que inexplicable ese lugar, todo el bagaje que uno siente al nombrarlo y dirigirnos ahí a mi me causaba un impacto que claramente no me voy a poder sacar. Entré con miedo. No sabía con que me iba a encontrar ahí. Creo que era la expansión de esa habitación blanca. Ese frío silencio en el que todos los que están ahi tienen un motivo desolador. Nos hicieron entrar, nos analizaron a nosotros...  tenía tantas cosas por contar, pero como no estaba sola, no pude decir ni un cuarto de lo que necesitaba. Cuando salimos, entró y el diagnostico fue obvio. Le dieron unas cuantas pastillas que ya reconocía y tuvimos que volver. Más de uno hubiese querido que quede internado, para liberarse. Yo fui una. Quizas suene terrorífico, pero insisto: no sabia manejar la situación. Demasiada responsabilidad.
Como no tenía donde quedarse, tuvo que quedarse con el señor entrado en años. Le llevaron cama, ropa, y a mi que vuelva a mi casa. ya eran las 9 de la noche. yo todavia no habia podido descansar de mis largas jornadas de estudio. Pero tenía el encargo de volver al dia siguiente, temprano, para ciudarlo.
Era mi cumpleaños. y que feliz cumpleaños! ir a cuidar a mi papá, que prácticamente no podía hablar ni moverse por sus propios medios debido a los temblores.
De todas formas nunca pasé bien ninguno de mis cumpleaños, nunca nadie le dió relevancia, ni siquiera de chica. Supongo que los cumpleaños del verano están destinados a eso: nadie se acuerda, nadie me regalaba nada, si se festejaba en época de primaria no lo sentía como mi cumpleaños, nunca posteos en fotologs, nunca un feliz cumpleaños con todas las letras.
Había arreglado festejar el dia; salir a comer con una amiga, ella siempre me contuvo en situaciones de riesgo, siempre estuvo al tanto de toda la situación y siempre se preocupó. Quería que me despeje. Por eso habia ido a cuidarlo con ropa medianamente arreglada. Claro que no pudo ser.
Me quede encerrada todo el dia viendo como dormia, ya que no se lo podía dejar solo, cuidando de la medicación. Me acuerdo que un chico me hablo preguntando como la estaba pasando. En ese momento lo valoré mucho viniendo de ese chico. Solo me limité a decirle: odio mis cumpleaños y este es el peor.
Llegó la tarde, y volvieron mis tíos. Decidieron llevarlo de emergencia al hospital público por los temblores y el hecho de que no podía retener ni agua en el estómago. Horas esperando. Me largué a llorar. Que impotencia. Tuve que llamar a mi amiga para cancelar los planes con un nudo en la garganta que no me permitía unir dos palabras. Ella entendió.
Salieron los medicos con otra lluvia de pastillas, y lista de análisis. Ya era tarde para intentar componer el día. Pero mis tíos decidieron llevarme con mi amiga. Apenas la vi, me dio un abrazo que nunca voy a poder olvidar, y yo sin poder contestar algo volvi a llorar. Caminamos, intento hacerme reir, contarme su día, vimos muchas vidrieras y cosas que comprar. No me gustaba nada, en realidad no veia nada. Me crucé a la tía de mi mejor amigo, psicóloga. Ella no me reconoció, pero se me ocurrió hablarle a mi mejor amigo y me dijo que le hubiese contado lo que estaba viviendo, no era nada fácil.
Mi amiga me invitó a comer a la casa, pero era tarde, estaba cansada y necesitaba llorar sola en mi habitación con mi tan habitual musica depresiva, en la oscuridad. Ella llamó a la madre y la señora me deseó un feliz cumpleaños, que tuviera fuerza que todo iba a pasar. Cortó, y quise un helado. Ella no, asi que le dije que me iba a mi casa. Mientras volvía se me ocurrió que no quería comer en mi casa, porque en realidad no tenia ganas de socializar con nadie, asi que me compre una hamburguesa en Mc donald's y me senté en una esquina a comerla y llorar. Así de decadente, eso suplantaba a mi torta de cumpleaños.  De hecho al dia siguiente me habia enterado que mis tíos me habian comprado una torta, y me habian traido de regalo unos 10 libros de arquitectura. Pero de nuevo, ya no era mi cumpleaños. Una semana después, salí con otro de mis amigos mas cercanos al teatro, a comer algo y teminamos inesperadamente en un boliche, pero nada de eso disfruté. Porque ya no era mi cumpleaños.
No creo que alguien haya leido hasta el final, porque si a mi me costó escribirlo, a quien le importaría leerlo? Necesitaba hacerlo público después de tanto, mientras mi celular recibe una llamada y yo no se si atenderla entre humos y luces de la tele que rebotan en la oscuridad de mi habitación.